Capítulo 4: Andragos

Capitulo 4: Andragos

Los dos chicos salieron despedidos hacia atrás y chocaron con los árboles. Eric se levantó en seguida a ver al grolyn que para su fortuna, seguía intacto. Solo había explotado su burbuja de energía.
Verificó que el cetro estuviera frío y desenergizado antes de guardarlo en su bolso e ir a atender a Hector que estaba medio aturdido.
-Maldita sea...-susurró Eric al ver que su hermano tenía sangre en la cabeza.-Despierta Hector, despierta.
Hector se reincorporó enseguida y observó su entorno muy desorientado.
-¿Que...?
Luego vio el piso chamuscado y su memoria se refrescó. Había explotado el Grolyn.
-Oye... dime que  grolyn está bien...- balbuceó Hector
Eric no le contestó si antes limpiar la herida de su hermano y verificar que estaba en condiciones de levantarse. Cuando ambos estuvieron de pie, Hector volvió a insistir con su pregunta:
-¿El grolyn está bien?
Eric colocó una cara de preocupación que   alarmó a Hector. Sin embargo, Eric contestó:
-Al menos Está mejor que tú.-  y se desternilló de la risa.
-Cállate,  enano.-Dijo Hector mientras le daba un zape.
-¡Ouch!-se quejó Eric.
Caminaron los Barón otro trecho más, antes de que el grolyn volviera a vibrar. Esta vez Eric no demoró en drenar la energía que expelía el cetro mágico, para evitar ocurriera cualquier clase de estrago que pudiera retrasar su paso.
Esa fue la última vez durante la caminata en la que el grolyn se comportó de manera extraña.
Llegaron a Andragos pasadas las tres de la madrugada. Habían partido al medio día de la tierra, eso quería decir que habían llegado a la media noche de Fagho. Había una diferencia de medio día en horario entre ambos planetas.
Los guardias apostados en la puerta de ingreso no vaciaron en dejarlos pasar. Después de todo los conocidos hijos de Andragos, Eric y Hector Barón,  llegaban heridos a las puertas de la ciudad. Un soldado corrió a galope tendido a avisarle al rey Andraguense.
-¿No crees que exageran? -murmuró Eric en un volumen inaudible para el soldado que tiraba de las riendas del caballo que habían dispuesto para su transporte.
-No. ¡Soy un hijo de Andragos y tengo sangre en mi cabeza! Es obvio que tienen que preocuparse, so estúpido.
-No sé si dices eso enserio o es puro chiste.-gruñó Eric.
                           OOO
Arcon jugaba a las cartas con Karime y Mao. Habían estado apostando dinero toda la noche y para la sopresa de todos, la constante cara de poker de Karime, había sido su mejor arma.
-¡Maldita Theradam! -gritó Mao
Arcon se limitó a asesinarla con la mirada
Karime recogió todas las monedas de la mesa y las metió en una bolsita de cuero. No sonrió. Estaba muy concentrada en ganar.
-Si quieren ganarme deberían dejar de reaccionar tan evidentemente ante las cartas que les tocan. Ese es el truco. Tener una cara de poker
Mao se puso a tararear la canción "Poker Face", de una famosa cantante terrícola mientras colocaba un trozo de queso fresco sobre la mesa. Arcon rebusco en sus bolsillos y solo encontró una piedrita de color rojo.
-Estoy seco, Karime. ¿En verdad quieres seguir jugando?
-Sí. Me hace gracia ganarles a ambos al mismo tiempo.- dijo con una leve sonrisa y un tono misterioso.
-Ya. Entonces espero que te prepares para quitarte la sonrisa de la cara por que ahora viene la cara de poker del inigualable Cavilar Mao-Batay, el terror de los draconianos, el hombre mas perseguido por las mujeres de Fagho y la tierra y....
Pero no llegaron a enterarse que otra cosa era Mao. Un soldado abrió la puerta de golpe, hizo una reverencia y gritó:
-¡Mi señor Rey! Los hermanos Barón han llegado heridos a las puertas de la ciudad. En este momento se dirigen hacia aquí.
Los faguenses no lo pensaron dos veces. Se levantaron de sus asientos y cogieron sus armas para desaparecer tras la puerta.
-¿Qué ha pasado, soldado? - le interrogó Arcon mientras corrían por los pasillos de palacio
-Lo que le he dicho, mi señor rey. Han llegado los hermanos Barón a la entrada de la ciudad. Vienen sucios y ensangrentados. No lo medité más de una vez antes de venir aquí. Creí que debía saber lo que ocurría.
-Bien hecho, soldado.-Lo felicitó el cavilar Batay.
-Para servirle, mi Cavilar.
                           OOO
La visión del palacio había dejado de ser un edificio de maqueta a lo lejos. Ahora la imponente construcción se les venía encima.
-Al fin llegamos.
-Si. Ese grolyn maldito nos dio muchos problemas.- dijo Eric.
Por la puerta del palacio vieron salirba sus tres mejores amigos. A Hector se le apretó el corazón de angustia al ver a Karime con cara de preocupada.
-Estoy bien, Karime.- dijo Hector en voz alta para que le oyera.
-¿Qué rayos les pasó? -bramó Mao al llegar junto a ellos.
-Hola. ¿Como están? Nosotros bien también. Largo tiempo sin vernos ¿No?-Hector chasqueó la lengua y entornó los ojos.-Al menos saluden.
-¿¡Quieres que te salude tú estando hecho puré?¡Te falla el coco, Barón!-Gritó Arcon.

-Y estabamos tan bien jugando a las cartas... tuvieron que interrumpir, malditos terrícolas.-Reclamó el cavilar. Luego se dirigió a un soldado.-Lleve a los hermanos a lavarse y cambiarse de ropa. Luego que vayan a la sala de estar de la torre oeste.
-Eh, Batay, el rey soy yo. -Se quejó Arcon. -Haga lo que él dijo.

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