Capítulo 7: La trampilla


Capítulo 7: La trampilla

-¡Genial! Pero antes debemos hacernos con comida para pasar la noche.
-Sí. Emm... oye... pero te ayudo con una condición.
-¿Cuál?-preguntó Arcon sorprendido.
Comenzaron a caminar rumbo a las cocinas.
-Que vengas a la tierra para pasar la navidad con nosotros. ¿Recuerdas que te hemos contado sobre navidad? ¿La fiesta en la que se celebra el nacimiento del Dios terrestre y la gente se da regalos entre sí?
-Vale. Me gusta la idea. ¿Cuando es?
-En cinco días. Pero papá quiere que volvamos antes para que vivan el ambiente navideño.-Explicó Eric con una sonrisa.
-Trato hecho.
Media hora más tarde, Barón y Asteris se encontrarían comiendo papitas enlatadas (el arsenal de estas últimas era cortesía de Bibiana Barón). Cada uno cogio montón de libros y se acurrucó en una mullida butaca. Eric comenzó por los volúmenes más viejos de la serie de libros de "Historia de Andragos". Las páginas estaban amarillas, cubiertas de moho e impregnadas en humedad. A Eric le daba casi asco pasar las páginas y tener que tocarlas, pero su asco era superado por el miedo de romper las milenarias páginas, por lo que las trataba como si fueran sagradas.
Los ojos de los jóvenes recorrían las letras y bailaban entre linea y linea. Arcon se había ido a por libros de leyendas de Andragos, pero sus resultados no habían sido favorables.
Poco a poco la cantidad de libros ojeados fue aumentando. Y todos sin ningún indicio sobre el grolyn.
Eric, a las ocho de la mañana recién tomó un descanso. Arcon se había quedado dormido sobre su hombro , con un hilillo de baba cayendo desde su boca y un libro abierto sobre sus rodillas. El kiu aún no había sucumbido ante las seductoras garras del sueño ya que estaba acostumbrado al horario terrestre y para él eran las ocho de la noche.
Aprovechando que Arcon no lo veía subió por la escalera en caracol que llevaba al segundo piso. Nunca había estado ahí, así que le pareció una buena oportunidad para averiguar sobre la literatura faguense. La verdad es que no era un chico muy asiduo a la lectura, había que admitirlo. Pero dado a que era un chico amante de la fantasía, había leído varios libros de este género. Así que la lectura no le era algo completamente ajeno. Lo que le gustaba a Eric era que en Andragos, todos los libros parecían sacados de la mente de alguien no menos talentoso que Tolkien. Fagho en sí era un libro de fantasía. Y por eso le encantaba.
Al subir encontró títulos sobre política, economía, geografía, entre otros. Ninguno parecía ser de gran ayuda. Siguió repasando con los ojos las letras en los lomos de los libros, pero tampoco encontró nada que fuera de utilidad.
Caminó hasta el final con el paso pesado, ya que le estaba enfadando no encontrar nada. Y de repente, el sonido de sus pasos cambió. Se detuvo en seco y volvió a pisar el suelo, para verificar el sonido y luego pateó el suelo unos metros más allá. Efectivamente era diferente como si abajo hubiera algo hueco y no de tamaño menor. Enrolló la alfombra que cubría esa zona del suelo ayudado de su energía kiu (era una alfombra grande). Y cuando miró bajo sus pies, se encontró con una trampilla.
OOO
Karime y Hector dormían abrazados en la habitación de la siret. El joven terrícola despertó primero, acompañado de los pájaros. Acarició y beso el cabello de Karime, que desprendía un aroma que Hector amaba.
-Maldita seas, Karime.-susurró en voz baja.- Eres demasiado hermosa. No aguanto estar lejos de ti.
Karime se removió entre sus brazos. Hector sonrió. Dormida se veía tan inocente, inofensiva, débil. Y eso le encantaba. Pero también amaba el semblante agresivo, fiero y valiente de su novia siret.
-Hmm...-soltó Karime mientras abría lentamente los ojos.
-Buenos días, hermosa.- la saludó Hector dándole un beso en la frente.
-Hola.-respondió Karime con la voz ronca.
-¿Dormiste bien?
Karime lo miró y entrecerró sus ojos.
-Pero si apenas dormimos anoche, Hector...-dijo la mujer con la voz melosa
Hector la miró y sonrió de manera misteriosa.
-Si... se nos pasó la hora charlando.-Hector bostezó y recordó que debía preguntarle algo a Karime.- Oye... ¿sabes? Quería preguntarte sí te gustaría pasar las navidades con nosotros. Ya sabes, nieve, dulces, brillos, regalos, árboles.
-Sé que es la navidad, muchas gracias Hector. Definitivamente me gustaría pasar la navidad con la familia Barón. ¿Cuando es?
-En cinco días.-Anunció Hector quitando un par de mechones plateados de la frente de la siret.-Pero papá quiere que volvamos en un par de días para que vivan el acaramelado ambiente navideño.
-Por mí bien. ¿Arcon y Mao están invitados también?
-Por supuesto. Pero necesito que me ayudes a elegir un regalo para cada uno de ellos.- dijo Hector tratando de reprimir su nerviosismo ante el delicado tema de qué regalarle a la siret.
-Podríamos ir hoy mismo. La feria de Andragos siempre tiene toda clase de cosas interesantes.
-Tomemos desayuno, invitemos a Mao y partimos.-dijo Hector.
-Hecho.

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